jueves, 20 de enero de 2011

Ellos

Después de unas copas y un par de juegos borrachos las defenzas bajan, los sentimientos afloran y todo parece un poco fuera de control. Además, la briza marina parecía alimentar la atmósfera volviéndola aun más cómplice de lo que estaba sucediendo. 

Una pareja de desconocidos comenzaban a escribir una historia que nadie tenia en sus planes. Risas por aquí , bromas por acá hacían la conversación cada vez más amena y dejaban en evidencia una innegable atracción que todos notaron de inmediato menos los involucrados, por lo menos no a viva voz. 

Él parecía ser un tipo tranquilo, elocuente y gracioso. Su voz envolvente captaba su atención . 

-¿Habrá notado que lo estoy mirando? Espero que no, en esto de simular, al parecer, no soy muy buena. Es que no puedo evitarlo. Hay algo en él que no deja de llamarme la atención.

Sin darse cuenta se seguían por todo el lugar. Al notar su vaso vacío, él abrió una botella de vino y le sirvió una copa, quizás para evitar que la noche terminara. Aun que estaban acompañados por el resto no hacían  más que mirarse y reírse de los demás.

Luego de un rato perdió su rastro. Quiso que no le importara pero otra vez, sin darse cuenta, lo buscaba por todo el lugar. Lo encontró sentado, solo y a oscuras en una habitación. Le pregunto si todo estaba bien y él respondió que si, no dijo nada más, se despidió con beso en su mejilla y se fue a dormir.

Al día siguiente todo parecía confuso. La noche anterior había generado en ella ecos que no estaban antes ahí. No entendía como pero tenía la certeza absoluta que él se había metido en ella y al parecer no se movería de ahí.




martes, 11 de enero de 2011

viejo sur...

Ahí estaba, sentada en un viejo tronco a la orilla del río esperando que se pusiera el sol. Los sauces le hacían compañía mientras agitaban sus ramas por el cálido viento de una tarde de verano. Tan solo quedaban cinco días para su regreso a Santiago y las vacaciones terminarían.

Volver  a casa esta vez sería diferente ya que sabía que nunca más estaría  en aquel lugar, con aquella briza que la acompañó por años. Sus abuelos se iban a vivir a otra ciudad y ya no habría como regresar, al menos por mucho tiempo. Intentaba despedirse sin embargo no encontraba la manera. 

Se acercó aun más a la orilla, se sacó las zapatillas y metió los pies al agua. La tarde cambió de color y la luz se reflejaba en su rostro. Cerró los ojos y se reclinó para disfrutar los pocos minutos que quedaban de atardecer. Los rojos, naranjos y amarillos combinaban perfecto con los aromas de su amado bosque de pinos. 

Viejas compañeras salían a cazar y acompañarla. Verdes y azuladas las libélulas comenzaban su baile aéreo ofreciéndole, quizás, la última de las danzas que la hipnotizaban desde que era pequeña. En ese río se había enamorado de ellas y sus piruetas incansables que en el verano eran requiems de una temporada que acabaría tanto para ellas como para la capitalina.

Ya tenía 14 años y el pueblo era pequeño para ella y sus aventuras. En silencio observó como se iba el último rayo de sol sobre el cerro. Era hora de partir. Secó sus pies en el pasto y se puso las zapatillas. Volteó un segundo para mirar su querido río y sonrió. Tal ves sabía que no era la última vez.

Una de las tantas orillas del río laja.






lunes, 10 de enero de 2011

.....



"No me importa decirte que ya perdí la mesura,
que colgué mi armadura en tu portal"

antes....


"Pero algo de mí yo no supe ver

hasta que no me lo mostró,
 algo de ti que quiero creer 
que no vio nadie antes que yo"


Jorge Drexler...."antes"